En diálogo con l@s participantes del Congreso de Filosofía Joven -Murcia

María Luciana Cadahia contrapone los modelos teóricos en los que se basan la democracia deliberativa y la democracia neoliberal

jueves, 1 de abril de 2010

PENSAR LA (IM)POSIBILIDAD DE LA DEMOCRACIA (III)


A partir de esta manera de entender las cosas, la crisis de las democracias actuales es leída como el resultado de una serie de limitaciones que los mecanismos de representación tienen para reflejar los distintos intereses de la comunidad. Por consecuencia, la resolución del conflicto consistiría en ir elaborando un instrumento –el consenso racional, en el caso de Habermas y la justicia política, en el caso de Rawls– que incorpore paulatinamente a la totalidad de los individuos, con el objeto de que todos ingresen en el campo de la representación social. Sin embargo, esto supone un doble inconveniente.

Por un lado, que si el éxito del consenso racional consiste en proveer de un instrumento de representación adecuado, mediante la puesta en práctica de un mecanismo a partir del cual pueda garantizarse el ingreso y participación de todos los individuos en la escena de la política, el éxito mismo de tal empresa implicaría la destrucción del principio de representación, ya que éste dejaría de corresponderse con los intereses particulares para pasar a identificarse con la totalidad –o más aún con eso mismo que Rousseau llamó la volonté générale–, por tanto no quedaría, en última instancia, nada que representar. Ahora bien, no sólo aquí podemos mencionar el problema de identificar sin más al pueblo como la suma de los individuos, sino también las dificultades para identificar una comunidad previa a la instancia de la representación.

Por otro lado, la meta de articular un instrumento adecuado a la representación, ya sea mediante el consenso racional o la justicia política, que logre equilibrar los principios de libertad e igualdad, funciona como el ideal regulativo que sostiene todo el edificio del modelo. Es a partir de esta creencia que se espera tomar las decisiones, las cuales tendrán consecuencias prácticas al momento de organizar la convivencia dentro de una comunidad. Es justamente en este punto donde la propuesta comienza a oscurecerse, puesto que la posibilidad de una armonía preestablecida entre el principio de libertad y el principio de igualdad no puede ser perfectamente conciliada, sino que la tensión no cesa de oscilar entre ambos. Esto puede constatarse en las mismas discusiones llevadas a cabo por Rawls y Habermas en el texto Debate sobre el liberalismo político, donde el mismo debate en torno a la relación entre libertad individual e igualdad oscila o bien hacia el principio de una política liberal, en los términos de un principio de justicia que todo individuo racional libremente pueda adherir (conciliación de razones privadas), como en el caso de Rawls, o bien hacia el principio democrático de una instancia ideal discursiva de consenso, en los términos de una teoría de la acción y la ética comunicativa (conciliación de razones públicas), en el caso de Habermas.

5 comentarios:

  1. Déjame decirte, en primer lugar, que tu artículo me parece extremadamente esclarecedor y una síntesis muy acertada de las paradojas que afectan al pensamiento de Rawls y Habermas.

    Te hago llegar sólamente un pequeño matiz: Aunque coincido contigo en que la idea central de Habermas es mejorar la forma en la que individuos y grupos sociales encuentran una representación a nivel político, no creo que haya pretendido nunca, ni siquiera en cuanto que postulado normativo, una "participación de todos los individuos en la escena política".

    Creo que es muy diferente una teoría de la democracia directa como la que expone Rousseau, en la que los ciudadanos son a la misma vez actores en la deliberación y en la toma de decisiones, de la visión de Habermas,que acepta y defiende una democracia representativa como la que tienen Alemania o España, mejorada eso sí en lo que ha de ver con el papel de los medios de comunicación en la conformación de la opinión pública y la voluntad democrática.

    Me da la impresión de que Habermas aspira sólamente a una mejora de la calidad y la pluralidad social de la deliberación pública y cree que ello haría a los representantes más "sensibles" a los intereses u opiniones de los representados. Para Rousseau, en cambio,el representante no deja de ser un mercenario equiparable al que ejerce como soldado a cambio de dinero. Ante la posibilidad real de que se venda al mejor postor y la falta de transparencia en su acción postula una presencia directa del ciudadano en el foro público.

    En definitiva, me parece que Habermas y Rousseau no harían muy buenas migas si fueran coetáneos. Seguimos comentando el resto de un texto que, francamente, me parece muy muy interesante.

    ResponderEliminar
  2. No comprendo a que se le pretende dar solución. La representación política es un imposible, ¿cómo representar políticamente a quién no se conoce? Si algo han demostrado los políticos "representativos" es su habilidad para castigar a las sociedades con su ineptitud. Los Políticos no resuelven nada, simplemente no tienen los conocimientos necesarios para hacerlo, no comprenden los factores que operan en el mundo, su solución suele ser la ley, fruto de su incompetencia para resolver problemas. Los políticos suelen estar asesorados por economistas, asesores de imagen, abogados, todos incapaces de administrar recursos que es de lo que va esto. Los incrementos tecnológicos exigen cada vez más conocimiento a los políticos y en libre mercado sólo se atiende a la solvencia económica, no a la cultural, tecnológica, educativa, es decir, a las variables que permiten a las personas saber lo que les conviene. ¿Cómo elegir entre lo desconocido? La mayoría de ciudadanos vive en la manipulación absoluta, se usa el poder económico para politizar medios y todo gira entorno al dinero que deja de ser un medio para transformarse en un fin y la corrupción es inherente a esté, de hecho es la tendencia inevitable. No se puede resolver nada en un marco como el actual, el problema no son las situaciones que se crean sino que el sistema del que subyacen no puede generar otras, jamás se alcanzarán niveles aceptables de igualdad bajo leyes tan falaces como las de libre mercado. Ya quedo demostrado por Nash que lo mejor para la sociedad, cuales quiera que sean los términos a los que se refiere, no consiste en hacer lo mejor par uno mismo, pues de este modo se desatiende el conflicto de intereses, quedando demostrado que la cooperación global, no sólo es un medio para alcanzar la eficiencia dinámica sino que es el único capaz de garantizarla y garantizar a su vez la abolición de la escasez en la cual que basa el actual sistema obsoleto. Hay recursos y tecnología suficientes para eliminar la escasez e instaurar la paz social, en cambio seguimos creyendo en un camino repleto de despropósitos, para la consecución de un objetivo que se alcanzó hace tiempo.

    ResponderEliminar
  3. José, estoy totalmente de acuerdo con la matización que haces. Sobre todo porque quizá en mi texto simplifico demasiado la propuesta de Habermas. En ese sentido, lo que hago ahí es mostrar cuál es la aporía que presenta la lógica en la que se inscribe Habermas. En ese sentido, su salida consistiría en decir que lo que el propone es un "ideal regulativo" (imposible de cumplir en su totalidad). No obstante, lo que a mi me interesa problematizar ahí es que si bien Habermas asume que es un ideal regulativo, no obstante, este idel TIENE EFECTOS EN LA PRAXIS. Es decir, asumimos la prudencia de su imposibilidad de cierre, pero "actuamos como sí...". Un ejemplo de este problema, creo que emerge por ejemplo en su ética comunicativa. Esto es al conservarse los términos en los cuales se ha constuido un determinado discurso del consenso aquellos que no operan con ese discurso (sea el motivo que sea) quedan fuera de la posibilidad de participar. El ideal entonces, funciona sólo asumiendo los términos en los cuales tiene lugar el debate, pero nada nos dice acerca de lo que no es registrado dentro de él. En realidad más que un rechazo del ideal, lo que creo es que es necesario dar un paso atrás y problematizar la idea misma del "modo en que se construye el campo de la representación". Es decir, dar un paso atrás en el sentido de no asumir como dado el espacio de represantación donde tendrá lugar ese ideal regulativo, sino pensar cómo se configura ese espacio mismo (el cual a su vez es imposible de representar). En ese sentido, creo que la propuesta de Haberma no tiene mucho que decir y que quizá otros pensadores nos ayudan a pensar el problema.
    Pero repito, estoy de acuerdo con tu matización, pero aún así creo que la propuesta de un ideal regulativo de una democracia del consenso, a pesar de la prudencia con respecto a su imposibilidad misma como totalidad, genera unos efectos en las "prácticas discursivas y no discursivas" una violencia de exclusión que no asume en el disurso que promueve. Y, creo, el no asumir esa cierta violencia excluyente de su discurso(dejar fuera a quienes no logran acceder o conocer los términos en los cuales un discurso asumo una política del consenso) lo que me resulta problemático. Saludos,
    Luciana.

    ResponderEliminar
  4. Con respecto al último comentario. Estoy de acuerdo. Por esa razón, considero que tenemos que romper el "vínculo mediatico-comunicativo" el reduce la política a los políticos profesionales. En ese sentido, la política tiene un sentido muchos más amplio que el de depositar un voto y dejar que los profesionales tomen las riendas de la situación. Creo que esta lectura descansa en cierta lectura reduccionista de la democracia/tecnocrácia-representativa.Justamente la propuesta de pensadores como Rancière, Laclau, ect..nos ayuda a pensar y reapropianos el término de democracia. Esto es trastocar su sentido técnico/cientifico y convertirlo en un acontecimiento indeterminado, cuya lucha consiste en signar los términos en los cuales pensar la democracia. En última instancia, algo que Tocqueville nos advirtió hace mucho en la Democracia en América.

    ResponderEliminar
  5. Me adhiero al comentario de hidrone, e incluso deberían ir naciendo ya ideas nuevas para cambiar la privatización de la política, pues ésta ha acabado siendo una empresa privada más con una materia prima llamada ciudadanía.
    IDEA: Los cargos políticos deberían ser vocacionales; lo que significa que no han de tener atractivo económico para quienes a ellos aspiren. (Que los sueldos sean moderados)...Y para que desde ellos no exista la posibilidad de corrupción por el ejercicio del poder, deberían estar sometidos a un continuado escrutinio ciudadano, democracia participativa. ¿Cuantos no los hay honestos que por mejorar la situación de su sociedad accederían incluso a trabajar gratis por solidaridad?... ¿Para qué entonces queremos a inútiles egoístas ambiciosos e hipócritas como dirigentes?...

    ResponderEliminar