En diálogo con l@s participantes del Congreso de Filosofía Joven -Murcia

María Luciana Cadahia contrapone los modelos teóricos en los que se basan la democracia deliberativa y la democracia neoliberal

miércoles, 24 de marzo de 2010

PENSAR LA (IM)POSIBILIDAD DE LA DEMOCRACIA (II)

(...) Rawls y Habermas se hacen cargo de los problemas asociados a las democracias liberales, con el objeto de reconciliar el discurso liberal con el discurso democrático. Para ello, se abogan por la construcción de un modelo denominado Democracia deliberativa tendiente a pensar un enlace de implicación mutua entre el principio de igualdad y soberanía popular (discurso democrático) y los derechos y libertades individuales (discurso liberal). El inconveniente es que la posibilidad de conciliación de estos dos principios, la cual opera como el motor que dota de sentido a esta empresa, implica su propia destrucción. Sostenemos que es la no concretización de este ideal justamente aquello sostiene al modelo, con lo cual nos acercamos a un punto ciego: el modelo se erige para llevar a cabo una tarea que de ser lograda implicaría su propia aniquilación, volviéndose muy oscuras las razones por las cuales sería necesario seguir sosteniéndolo. O dicho de otra manera, el éxito de la articulación de ambos principios no descansa en la posibilidad de su concretización (lo cual implicaría su propia destrucción), sino en su imposibilidad misma.

Para poder desarrollar este punto nos adentraremos en una de las paradojas que oscurecen la naturaleza misma del modelo: La irreconciabilidad última de los principios de libertad e igualdad. La lectura normativa de las democracias liberales se encuentra atravesada por dos lógicas difíciles de acomodar, el principio de soberanía del pueblo (también considerado como principio de igualdad), por un lado, y el principio de libertad (identificado como el principio de libertades individuales), por el otro. Con el objeto de conseguir que ambos principios logren algún tipo de convivencia deseable, Habermas y Rawls parten de la creencia de que es posible ir resolviendo el conflicto mediante un consenso racional –garante de un principio de libertad– en el cual todos los individuos encuentren representadas sus demandas –garantizando así una igualdad de condiciones. Aquí parecen mezclarse el discurso democrático con el discurso liberal, puesto que el pueblo es identificado como la suma de los individuos, por tanto, la representación debería ser el instrumento que posibilitase a cada uno de ellos el ingreso al ámbito de la representación.

1 comentario:

  1. Saludos. Iba a colocar un comentario aquí, pero en el proceso sucedieron varios errores técnicos, y al parecer lo coloqué en la entrada anterior.
    Se los pongo aquí de nuevo, a continuación de este.

    ResponderEliminar